Ya os lo conté en el post donde confesaba mis secretos de belleza durante la cuarentena en el blog de mi amiga Geni, Belleza en Vena.
Dentro del pequeño cóctel de vitaminas que me preparo cada mañana para acompañar al café, había empezado a tomar OENOBIOL autobronecador.
Se trata de unas cápsulas con ingredientes naturales, como los extractos de tomate, de alga y cúrcuma o el aceite de semillas de uva… (seguro que a alguna de vosotras ya os viene a la cabeza la palabra «licopenos»,,,¿verdad?).
No se trata de ningún preparador ni potenciador del bronceado, por lo que no estimula la síntesis de melanina, y por ello no hay riesgo de que provoque manchas. En realidad, podemos decir que «colorea» las células, como lo hace cualquier autobronceador en crema.
Esta fórmula nueva está enriquecida con extractos vegetales (un 30% más de licopeno y astaxantina que la anterior) y contiene cobre (luteína), que
contribuyen a la pigmentación de la piel.
Como no contiene betacarotenos, evitamos también la coloración anaranjada que tanto miedo nos da.
Pero no os voy a engañar. Lo que más me gusta de este producto y por lo que intento incluirlo en mi desayuno, es porque además de potenciar de alguna forma el bronceado, protege la piel contra el daño solar y ayuda a neutralizar la acción de los radicales libres responsables del envejecimiento cutáneo.
Al final estás tomando antioxidantes y cuidando la piel desde dentro que siempre es una buena opción. Y también se puede utilizar para prolongar el bronceado.
La promesa de Oenobiol es la de recargar las reservas de carotenoides, consiguiendo en 1 mes una bonita tonalidad, a los 2 meses un bronceado dorado y el color óptimo a los 3 meses.
Este año se vende en un pack, acompañado de crema autobronceadora (esta no la he probado pero tiene buena pinta), FLUIDE LACTÉ AUTOBRONZANT.
El precio del pack es de 35 euros en farmacias y para farmacias.
Podéis encontrar más info sobre el producto (y también sobre los preparadores solares de la misma marca) en la web de la marca: www.oenobiol.es
