No sería justo. No sería justo que, después de repasar todo lo que me ha ocurrido en 2016 no diera las gracias a quienes lo han hecho posible, del primero al último.
Suena tremendamente cursi y prepotente soltar ese speech de «quiero agradecer a…» en plan actriz de Hollywood en la gala de los Oscar… pero todos lo hemos ensayado alguna vez en el espejo del baño con el bote de champú a modo de micrófono, y tenemos que admitir que estas fechas permiten y perdonan estas exaltaciones de la amistad y este grado de cursilería, así que voy a aprovechar… que en un par de días volvemos a ser serios y formales y me dará otra vez un poco de vergüenza escribir estas cosas…
Creedme si os digo que no sé por dónde empezar y perdonadme, como cada año, si olvido nombres que luego iré añadiendo a medida que esta cabeza loca vaya recordando.
Gracias. Gracias de corazón en primer lugar a mi familia. Por estar ahí siempre. Por enseñarme a luchar, a perseverar y por enseñarme a que los fracasos no me afecten y los éxitos no se me suban a la cabeza.
Gracias a todas y todos los que cada mañana me dedicáis un ratito. A los que leéis el blog, tomáis ese café virtual cada mañana en Instagram o contestáis a mis tonterías en Twitter. Gracias por cada mensaje de ánimo, por cada petición, sugerencia o duda que me preguntáis por email, o por mensajes y comentarios.
Gracias a las que me escribís pidiendo ayuda o contándome que necesitáis una mano amiga que os aliente, consuele o ayude. Porque eso me hace, no solo ver que tengo personas maravillosas al otro lado de la pantalla, sino que me recuerda cada día que podemos ayudarnos unos a otros, mucho y que cuesta muy poco hacerlo.
A Laura y a Inma, por su paciencia infinita cuando cancelo una y otra vez nuestras citas para comer, cuando no saco tiempo para ese café siempre pendiente y por estar incondicionalmente ahí… aún cuando no es fácil estar.
A Paloma, a Sara, a Vito y al resto del grupo. Por estar ahí. Por hacerme creer en que lo que hago tiene importancia y por recordarme siempre de donde vengo. Gracias por hacer que en cada reunión con vosotras me vuelva a sentir igual de bien que cuando estábamos en el cole.
A Rebeca, Lupe, a Leti y resto del grupo de whatssapp titulado «Nos vamos a relajar» que creamos con la intención de irnos a un spa hace mil años, y al que ni sabemos si iremos algún día… pero que me hacen reir cada mañana y recordar lo maravilloso que es teneros como amigas.
A Ana, por escuchar, por no juzgar, por nuestros cafés en la calle Rosales, por legitimar mis lágrimas, mis alegrías y ejercer de diván cuando «la rubia» se enreda con sus propios pensamientos. Por esos mensajes de voz y esos whatssapps que son como abrazos cuando más me hacen falta.
A María y a Cris, por ese Big Mac siempre pendiente, por vuestra paciencia con mi agenda y entender que es más difícil verme que al mismísimo Obama. Por las risas.
A María y a Sandra, por hacerme volver a hacer llorar de la risa cada verano, por esa sidra recordando anécdotas y por esas siestas en la playa en las que solo duerme Sandra. Y por esa amistad que tiene ya más años de los que nos negamos a admitir…
A Cata. Por tus mensajes y por hacerme creer que existe gente que aún merece la pena.
A Belén, mi compañera de running en 2017. Por haber tardado 6 meses en poder quedar a comer contigo y que aún así me recibas con una sonrisa y no te rías de mis aventuras y desventuras en el parking.
A Isa y a Jorge. Por esas conversaciones y esos «vinos a tres». Por soportar mis peores momentos y hacerme reir. Por esa dedicatoria en tu libro de la que tanto presumo cada vez que veo a alguien comprándolo en El Corte Inglés. Por sumar.
A Elena, Carol, las dos Cristinas, Laura, Lorena y resto del equipo. Por acogerme en un mundo tan maravilloso y no reiros de mi cada vez que me emociono con vuestros regalos, vuestros estrenos o vuestros viajes. Por hacer que la magia esté tan presente en mi vida.
A mis dos Marías, por la paciencia, por la amistad y por esos viajes en tren hablando sin parar.
A Cova. Por todo.
A Pablo, por hacerme creer que era posible ponerme las zapatillas y lograrlo.
A Miki por acompañarme en «la» carrera.
A Cristina, por esa reunión siempre pendiente con Laura. Por inspirarme a ser mejor.
A Javi, por ese cachopo disfrazado de ensalada y las conversaciones arreglando el mundo. Por estar ahí siempre.
A Maje, a Estela, a Blanca, a Rocío, a Fiona, a Marián, a Kitty, a Katya, a Sandra, a Chefi, a Olga, a Luis, a Gloria, a Ana, a Elena… a tantos otros nombres que llenarían cientos de páginas.
Por estar y por saber esperar. Por entenderme y no perder la paciencia conmigo y mi eterna falta de tiempo.
Por todos los que habéis aparecido este año en mi vida y me habéis ayudado a ser mejor.
Estoy casi segura de que olvido nombres incluso de los más importantes. Siempre me pasa.
Editaré el post u os enviaré un whatssapp para subsanarlo.
A todos GRACIAS. GRACIAS UN AÑO MÁS.
Espero teneros cerca otro año más.