Todo empezó una mañana en la que me había quedado sin sacarina, el edulcorante que utilizaba desde hace muchos años (tantos que ni me acuerdo) en el café.
Me resistía a tomar azúcar y fue entonces cuando me acordé de algo que había escuchado en algún lugar sobre poner canela al café como sustitutivo del azúcar.
La verdad es que eché muy poquita y el café no me supo precisamente rico, pero se podía tomar.
El destino quiso que en las siguientes visitas al supermercado (yo soy de las que hace lista de la compra y siempre se la deja en casa…) se me olvidara una y otra vez comprar sacarina.
Y seguí con la canela. Me costó encontrar el punto exacto, la cantidad porque o me ponía muy poca o demasiada.
Un día tropecé con un artículo sobre los beneficios de tomar canela a diario.
Yo sabía que era bueno pero tampoco me había parado a pensar mucho en los beneficios.
Os diré que después de conocerlos, nunca he vuelto a comprar sacarina y además, me he acostumbrado a tomar el café menos dulce (porque no endulza como los edulcorantes o el azúcar, no nos engañemos) y cada vez tengo que poner menos.
Os resumo algunos:
* La canela posee propiedades anti-inflamatorias y antibacterianas (por eso se suele tomar con leche caliente para aliviar un resfriado, por ejemplo).
* La canela reduce los niveles de colesterol en sangre y los triglicéridos.
* Ayuda a tener digestiones más ligeras y aliviar o prevenir las molestias estomacales.
* Mejora la función cognitiva y la memoria.
* Es rica en antioxidantes, en vitaminas C, B1, hierro, potasio, calcio, fósforo y manganeso.
* Mejora nuestro sistema nervioso
* Algunas publicaciones hablan de que ayuda a reducir tripita, pero me imagino que irá unido a que alivia las digestiones y en parte, ayuda a reducir el apetito. Yo la he reducido en este tiempo, pero no se lo puedo atribuir, me temo, solo a la canela 😉
Os diré que cuando he hablado de este tema con algunas personas, siempre me han dicho que era algo conocido, pero os lo cuento porque yo me enteré de casualidad.
¿Lo sabíais?
