Admito que nunca entendí la insistencia de los camarero por preguntarte si querías agua con o sin gas. Cómo quieres el café o si prefieres la carne poco hecha son preguntas con algo de sentido pero en un país donde casi nadie (o eso pensaba yo) consume el agua con gas, siempre me ha parecido una pregunta un tanto innecesaria.
Después, empecé a formar parte de ese grupo de gente rara que pide siempre el agua con gas en los restaurantes, o capaz de pagar 1,20 euros por una sola botella de Vichy Catalán en el supermercado… y la pregunta empezó a cobrar sentido.
Ahora el agua con gas llega a la cosmética, y aunque de momento solo causa furor en Corea, ya sabéis que Asia es solo el precursor en este tipo de modas o costumbres.
Lavarse la cara con agua carbonatada parece tener muchos beneficios para la piel. Exfolia suavemente y deja la piel muy limpia.
Parecen tan excelentes las propiedades que incluso hay firmas de belleza que empiezan a comercializar polvos efervescente que las imitan (reduciendo posibles irritaciones o efectos adversos de las que compramos habitualmente).
Aquí podéis ver (aunque no entendáis el texto, las imágenes son claras) cómo funcionan:
Se me ha ocurrido probarlo en casa para poder daros mi opinión, con Vichy Catalán o San Pellegrino, pero he sido incapaz, lo admito…
Lo que sí os puedo asegurar es que cuando por accidente se me ha caído un poco de agua con gas en la encimera o en el suelo, me ha sorprendido la capacidad de limpieza que tiene, así que puede que esta última excentricidad tenga algo de sentido… o no.
Os iré contando.